Era una tarde del mes de junio, un día nublado y frío. Miraba desde la ventana las calles casi vacías y de vez en cuando pasaban algunas personas apresuradas, quizás se acercaba la lluvia. Sin embargo, decidí salir a caminar, me sentía ahogada y necesitaba despejarme. Habían sido días muy estresantes, muchas cosas para una semana, ¿Que más podía salir mal?. Después de caminar unas cuadras ya no sentía mi cuerpo y había perdido totalmente el sentido de la orientación, empecé a mirar a todas partes pero era un lugar en el que no había estado jamás. Frente mi se encontraba una casa bastante tenebrosa con un aire gris y cubierta por la niebla, algo me impulso a acercarme, cuando estuve frente a la puerta, llena de miedo, entre. El polvo cubría todos los muebles y la madera del suelo crujía al dar unos pasos. Al voltear me percate de la escalera que se encontraba a mi lado y sentí el impulso de subir avance cautelosa hasta llegar a la mitad cuando un ruido llamo mi atención de pronto caí en la trampa que esta tenia. Estaba oscuro y lleno de ratas, me había torcido un pie, lo que me dificultaba subir. Lo que sucedía no era normal, porque al parecer era un pasadizo oculto. Intente buscar alguna salida pero no hacia más que perderme hay dentro, escuchaba llantos a medida que avanzaba y cada vez eran más intensos, llegue a una sala con una silla en el centro y alrededor unas celdas con gente amarrada. Estaba aterrada y empecé a correr pero en el fondo del pasillo un sujeto estaba esperando y cada vez se acercaba más. Me tomo del brazo y me arrastro a la silla, cerré los ojos esperando mi fin. Pero cuando los abrí me di cuenta que estaba parada frente a la puerta de la casa nuevamente. Pero ésta vez ya no entraría.
